Fijación y limpieza

Limpieza:

La limpieza es la base de cualquier régimen de cuidado de la piel. Consiste en utilizar un limpiador suave pero eficaz para eliminar las impurezas, la suciedad, el exceso de grasa y el maquillaje que se acumulan en la piel a lo largo del día. La limpieza es fundamental, ya que ayuda a prevenir la obstrucción de los poros y los brotes, y permite que la piel respire. Ya sea en forma de espumas limpiadoras, geles o agua micelar, elegir un limpiador que se adapte a tu tipo de piel es clave. El proceso suele comenzar humedeciendo el rostro con agua, aplicando el limpiador con movimientos circulares y aclarando a fondo.

Fijación:

Tras la limpieza, el paso de fijación consiste en utilizar un tónico o astringente. Los tónicos ayudan a reequilibrar los niveles de pH de la piel, garantizando que se mantenga dentro de su rango óptimo. Además, eliminan las impurezas residuales, cierran los poros y preparan la piel para absorber mejor los productos posteriores. Algunos tónicos también contienen ingredientes hidratantes para reponer la humedad. Aplicar un tónico es una experiencia refrescante y tonificante, que deja la piel tonificada y preparada para los siguientes pasos de la rutina de cuidado de la piel.

Al incorporar tanto la limpieza como la fijación a la rutina diaria de cuidado de la piel, se crea un lienzo limpio para la aplicación de sueros, cremas hidratantes y otros tratamientos específicos. Esto, a su vez, aumenta la eficacia de estos productos y permite que la piel obtenga los máximos beneficios. La constancia es la clave, y establecer una rutina que incluya limpieza y fijación puede contribuir a una piel más sana y radiante con el paso del tiempo. Tanto si tienes una rutina de cuidado de la piel sencilla como elaborada, estos pasos fundamentales sientan las bases para un cutis resplandeciente.